La lengua y la cavidad bucal tienen tacto, y por tanto además de los sabores la boca puede percibir una serie de sensaciones. Aprender a reconocerlas es clave para apreciar los mejores vinos
La boca es capaz de recoger tres de los cinco sentidos de los que disponemos.
Además del gusto y el olor (vía retronasal), otras sensaciones que se perciben en la boca son táctiles: cuerpo, astringencia, temperatura y burbujas de gas carbónico.
1. El cuerpo
Este término describe la sensación táctil que produce en el paladar el vino, debida sobre todo a su graduación alcohólica pero también a la consistencia del líquido y a la intensidad de sus sabores. Es decir el cuerpo es la cantidad de extracto seco del vino, en otras palabras es la sensación de densidad y volumen que se percibe en la boca. Imagínate por ejemplo una cucharada de miel en la boca, esa sensación voluminosa es el cuerpo.
2. La astringencia
Término utilizado para describir una sensación de sequedad y de causticidad en las encías, la lengua y el paladar, por efecto de los taninos del vino. Imagínate por ejemplo una cucharada de miel en la boca, esa sensación voluminosa es el cuerpo. Esta desecación y constricción que una sustancia produce por contacto con las papilas gustativas y los tejidos de la boca se denomina astringencia.
3. La temperatura
En este caso nos estamos refiriendo a la temperatura física (grados ºC) del vino, no se debe confundir con sabores como fresco o cálido, que son debidos a la acidez o alcohol del vino. La temperatura física, esto es, los grados centígrados a los que se encuentra el líquido, es lo que llamaríamos temperatura táctil, o sensación seudotérmica que produce un vino y que depende de su propia composición. La temperatura adecuada realza la expresión de un vino, mientras que una temperatura de servicio demasiado fría o demasiado alta puede fácilmente desfigurarlo.
4. La efervescencia
Fenómeno de desprenderse pequeñas burbujas del gas carbónico del líquido. La efervescencia desempeña un papel importante en la textura de los vinos espumosos; a veces, también es perceptible en los vinos tranquilos jóvenes un pequeño punto de gas carbónico en la lengua. Un espumoso de calidad siempre tiene que presentar una efervescencia fina con burbujas pequeñas.
5. La textura
La impresión táctil en su conjunto es un factor de calidad. Se compara con frecuencia la textura de un vino con el tacto que ofrecen las telas de diversos materiales: por ejemplo, seda, satén o terciopelo. También reviste gran relevancia la mayor o menor suavidad del vino en su paso por la boca.